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Microfinanzas y el desafío de valuar lo social

23/2/2018

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Publicado en revista FinTech en Español - 23-02-2018
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Más de 10.000 Instituciones de Microfinanzas (IMFs) han evolucionado en todo el mundo durante las últimas cuatro décadas. En una combinación de organizaciones no gubernamentales (ONG), entidades bancarias comerciales, cooperativas de crédito y compañías financieras, las microfinanzas han sabido prestar servicios a millones de clientes excluidos por la banca tradicional en todas las regiones del planeta.
 
Tomando pronósticos conservadores, las tasas de crecimiento anual de las IMFs a nivel global superan el 15%. A futuro, esto implica una demanda mayor a los u$s2.500 millones para préstamos cada año, con u$s300 millones a u$s400 millones en capital de giro adicional requerido para respaldar dichas operaciones. Sólo las 100 IMFs más grandes han aumentado su base de clientes en un promedio del 26% al año y tienen una necesidad continua y creciente de capital.
 
Invertir en microfinanzas podría representar una técnica de colocación de activos potencialmente útil para los administradores de fondos que buscan una mayor eficiencia de sus carteras administradas. Situación que además ayudaría a mejorar el fondeo de las IMFs. Sin embargo, la valuación de IMFs plantea el reto de convertir al capital microfinanciero en un nicho de inversión atractivo en las economías emergentes.
 
¿Cuál es el desafío en la fijación del precio del capital accionario que dificulta particularmente presentar referencias comerciales fiables y accesibles para atraer inversores a las microfinanzas?
 
Microfinanzas vs. Banca tradicional
 
Los coeficientes financieros tradicionales y otros factores empleados para analizar los bancos siguen siendo útiles para el estudio de las IMFs. Sin embargo, es importante mencionar que las IMFs son un tipo singular de instituciones financieras debido tanto a su modelo de negocio como a su clientela.
 
Existen seis características de las microfinanzas que diferencian a las IMFs de los bancos tradicionales: a) altos márgenes de interés netos, que son el resultado de las altas tasas de los préstamos; b) alta calidad de los activos como consecuencia del método original de recopilación de datos; c) altos costos operativos como resultado de dicho método y del pequeño tamaño de las transacciones; d) necesidad de financiamiento a más largo plazo; e) el doble objetivo de las IMFs.
 
El último punto es fundamental porque las IMFs insisten tanto en su rentabilidad financiera como en generar impacto social. El grado de hincapié en el doble objetivo varía entre IMFs, pero todas comparten la característica de reconocer los beneficios positivos que tiene para los clientes excluidos el acceso a servicios financieros y la necesidad de adoptar prácticas crediticias responsables. Además, el doble objetivo es lo que ayuda a las IMFs a fondearse mediante préstamos o inversiones blandas de organismos de cooperación internacional o inversores sociales internacionales.
 
Aunque es un factor positivo para la evaluación del riesgo, desde el punto de vista del capital, un doble objetivo muchas veces justifica un descuento de la valoración. Un negocio con objetivos sociales puede emprender actividades menos rentables para lograr dichos objetivos, como extender su cobertura a áreas remotas o tener clientes que requieren un esfuerzo de formación previo a ser servidos. Estos esfuerzos lógicamente conllevan a una estructura con mayores costos transaccionales, aunque en algunos casos, también pueden generar mayor rentabilidad pero generalmente perjudican los métodos de valoración tradicionales.
 
Métodos alternativos para la valoración en Microfinanzas
 
A diferencia de las técnicas de valoración del capital por Flujo de Fondos Descontado (FFD), que predicen y actualizan el valor de los futuros flujos de efectivo, el modelo del ingreso residual es un híbrido que empieza por calcular el valor contable actual y agrega el valor actualizado del ingreso residual previsto en el futuro. El ingreso residual es la diferencia entre el ingreso neto y el costo de oportunidad para los accionistas de la inversión en IMF (costo de la acción multiplicado por su valor contable).
 
La principal ventaja de este método con respecto al simple FFD es que el valor final representa una parte más pequeña de la valoración total. Es especialmente útil en situaciones en las que la empresa no esté pagando dividendos o los pague de manera irregular. Además, en el caso de las IMFs jóvenes y en fase de crecimiento que sólo generarán un flujo positivo de fondos libres en el futuro, es más fácil usar el valor contable actual como base para la valoración. Sin embargo, el método podría no ser adecuado para las empresas que vayan a experimentar un cambio drástico de su estructura de capital, especialmente las IMFs que aumenten su apalancamiento o tengan previsto realizar adquisiciones.
 
En algunos casos (más común en las IMF indias), se han encontrado métodos de valoración más originales, como los múltiplos del precio por valor contable o del precio por número de clientes. Estos métodos son similares a los empleados para valorar las empresas de Internet antes de que estallara la burbuja ´.com´. El argumento para utilizar estos múltiplos es que una IMF debería poder obtener valor accionario por la calidad de su cartera de préstamos y cada uno de sus clientes.
 
Pueden utilizarse también los modelos de valoración basados en un método absoluto (FFD, ingreso residual) o en un método de comparación de transacciones. Cuando las presunciones de los modelos son consistentes, métodos diferentes deben arrojar valores similares.
 
En la práctica, puede que un único modelo no sea efectivo para predecir toda la industria. En el caso de una IMF joven con rápido crecimiento, el modelo del ingreso residual puede resultar más útil debido a la dificultad de proyectar los futuros flujos de fondos. El modelo de FFD es más adecuado para las IMFs consolidadas con un flujo de ganancias estable. Mientras que un análisis de los múltiplos de empresas o transacciones comparables podría arrojar resultados interesantes en otros casos específicos.
 
Reflexiones Finales
 
Es evidente que las IMFs son diferentes a los bancos tradicionales, motivo por el cual es justificado recurrir a métodos diferentes de valoración. Las IMFs son instituciones inclusivas que buscan rendimientos tanto sociales como financieros. Cuentan con activos de mejor calidad y márgenes de interés más elevados, pero con costos operativos más altos que los bancos. También se benefician del acceso a financiamiento a más largo plazo de inversores para el desarrollo.
 
Aunque la valoración de las microfinanzas ha variado ampliamente durante los últimos años, el mercado de capital privado para este sector todavía es incipiente y carece de consenso sobre los métodos más adecuados para la valuación de IMFs. El grueso de los inversores todavía considera como principales factores de valoración el crecimiento del ingreso neto y el tamaño de la transacción. Cuanto mucho se observan otros factores tradicionales como el apalancamiento, ROE, saldo promedio de los préstamos, capitalización de mercado, son tenidos en cuenta en menor medida.
 
No obstantes, la calidad de la cartera, la geografía-región servida, la antigüedad de la IMF y principalmente el impacto social efectivo que genera su actividad deberían ser considerados para enriquecer las bases de indicadores que permitan homogeneizar los criterios utilizados para la valoración de las IMFs por inversores y analistas del mercado de capitales privados. 

Ignacio E. Carballo - Walter Spagnolo

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DESIGUALDAD DE GÉNERO: Pocos avances en la inclusión financiera

9/2/2018

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Publicado en diario LA NACION - 09-02-2018
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En el marco de la presidencia argentina del G20 en 2018, el Women20 (W20) presentó su agenda de trabajo. El “grupo de afinidad” al G20 creado hace tres años tiene como objetivo fomentar la justicia de género en los compromisos que asume el foro y presenta entre sus dimensiones específicas la inclusión laboral y financiera de las mujeres.
 
Como señala el informe del McKinsey Global Institute, además del empoderamiento propio hacia la mujer excluida, en un mundo ausente de brechas el PBI Global podría incrementarse para el 2025 un 26%, $28 trillones de dólares. Incluso, en un segundo escenario sin equidad perfecta pero donde todos los países igualen al mejor de su región, podrían sumarse para el mismo año $11 trillones (11%) al PBI Global.
 
Habría a su vez una correlación positiva entre el desempeño financiero de las corporaciones y la diversidad de género existente en sus directorios y altas gerencias. Específicamente, se estima que compañías con al menos una mujer en gerencias de alto nivel presentan un retorno del capital hasta un 44% mayor, además de una mejor retención de empleados, entre otros beneficios.
 
No obstante, a pesar de los avances en inclusión financiera, la brecha de género en acceso fue la única dimensión que no mostró en los relevos 2011 y 2014 del Banco Mundial. Un informe más reciente del Global Banking Alliance for Women con base a 18 países, señala que las tasas de crecimiento de clientes, crédito desembolsado y monto de depósitos han sido mayores en mujeres. No obstante, las carteras de los bancos estudiados reflejan aún el 65% de los clientes, 81% del volumen de préstamos y el 76% de los depósitos masculinos.
 
Es fundamental comprender la relación simbiótica entre las dimensiones de inclusión financiera y laboral de la mujer en puestos de liderazgo de las instituciones financieras. No basta únicamente señalar los beneficios hacia la economía, los bancos o el hecho de que las mujeres sean empíricamente mejores clientes que los hombres. La pregunta que subyace es: ¿Quiénes tienen a su cargo la labor y responsabilidad de brindar servicios financieros a las mujeres?
 
El informe Women in Financial Services 2016 realizado por la consultora Oliver Wyman es tajante en este sentido. Sobre casi 400 entidades financieras de 32 países, la participación de las mujeres en los comités ejecutivos fue sólo del 16%. Siguiendo el promedio de crecimiento en los estudios 2003, 2008, 2013 y 2016, recién para el año 2048 se alcanzaría una participación femenina del 30% en los comités ejecutivos.
 
Peor aún, estos datos disfrazan variaciones por función. Mientras casi la mitad de las gerencias de Recursos Humanos y Marketing son ocupadas por mujeres, sólo el 8% de los CEO´s en entidades financieras lo es. Como es de esperar, al analizar el organigrama laboral se observa una mejor representación en rangos inferiores, con mayoría femenina en puestos de personal de apoyo y minorías absolutas en cargos ejecutivos y gerenciales.
 
Otra dimensión que denota lo crítico del rol desigual de la mujer en el liderazgo de las entidades financieras surge al analizar las tasas de “entrada” (contratación), de “salida” (despido o renuncias) y de “promoción” (ascensos) por escalafón. A diferencia de la pirámide general del mercado laboral, donde se encuentran asimetrías, al estudiar sólo entidades financieras existen menos mujeres promovidas, menos mujeres contratadas y más mujeres saliendo en todas las posiciones laborales del organigrama.

Vivimos en un mundo financiero. Un 75% de los 147 grupos económicos que controlan el 40% del sistema corporativo global son Bancos. Sólo 28 gigantes financieros manejan activos por $1.8 trillones promedio por entidad, promediando $50 trillones (al 2016 todo el planeta produjo $75.5 trillones). Cambiar las finanzas es entonces un paso fundamental para cambiar nuestro sistema económico y promover la inclusión laboral y la financiera de género no son objetivos aislados. Buscar equidad hacia dentro de las instituciones financieras no es sólo una cuestión moral y social apremiante, es también un desafío económico crítico y necesario para un desarrollo sostenible.

Ignacio E. Carballo

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PYMES: El problema entre las finanzas y las microfinanzas

7/2/2018

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Publicado en diario El Economista - 06-02-2018
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Las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPYME) son consideradas la columna vertebral de la economía. Con frecuencia, en los países de bajos ingresos, se alienta a los gobiernos a apoyar el desarrollo de este sector mediante financiamiento productivo. Pero, ¿Puede tratarse al universo MiPYME como algo homogéneo? ¿Padece la microempresa restricciones similares a la PYME?
 
Comencemos por analizar su relevancia para la economía. Frecuentemente se señala que el universo MiPYME fomenta el crecimiento del PIB y la generación de empleo. No obstante, su contribución varía de un país a otro. En economías de altos ingresos, la PYME puede representar una importante proporción del PIB y hasta afectar al equilibrio económico. Pero en los países de bajos ingresos, la presencia PYME se reduce dando lugar a las micro y grandes empresas, quienes tienden a desempeñar un rol más preponderante.

​Específicamente, los datos señalan que en los países de ingresos altos, la PYME genera más del 50% del PIB y más del 60% del empleo. En los países de ingresos bajos, por otro lado, implican el 30% del empleo y el 17% del PIB, con un gran número de microempresas y algunas grandes, pero menor presencia PYME.
 
En los países de bajos ingresos, gran parte del trabajo productivo se realiza con microempresas que no están registradas ante las autoridades fiscales y que se gestionan de manera informal. A medida que las naciones se enriquecen, disminuye la participación de las empresas en el sector no registrado mientras que las empresas formales se vuelven más dominantes y la PYME gana terreno. En economías de ingresos medios, la contribución de la PYME al PIB puede llegar al 40%, aunque el sector informal sigue desempeñando un papel importante.
​
En un estudio realizado sobre 18 países de ingresos medios altos y altos durante un período de 10 años, la OCDE estimó que la PYME emplea en promedio el 65% de la mano de obra y pueden representar hasta el 75% de la creación bruta de empleo. Sobre países de bajos ingresos, Dalberg Global Development Advisors concluye que la PYME hace una contribución de hasta el 78% a la creación de empleo. Por su parte, la OIT junto con la Agencia Alemana de Desarrollo Internacional (GIZ) estiman la proporción media de empleo a nivel mundial que generan las PYMEs en un 67%.

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Fuente: Center of International Development, Harvard University
A pesar de estas significativas contribuciones a la economía, la PYME enfrenta numerosos obstáculos, sobre todo en su capacidad de acceder al crédito. Su camino es a veces más difícil que aquel de la microempresa. El Banco Mundial estima que casi el 70% de las PYMEs en economías en desarrollo no tienen acceso a financiamiento y que esta brecha puede alcanzar los 2,6 billones de dólares.
 
Es necesario entonces distinguir el problema PYME de las microempresas. Estas últimas, generalmente financian pequeñas cantidades por períodos cortos y tienden a cubrir sus necesidades de financiamiento a través de instituciones microfinancieras (IMFs) que cuentan con herramientas de evaluación de riesgos diseñadas para evaluar a empresas informales. Cuando la microempresa no puede obtener financiamiento de una IMF, la evidencia demuestra que recurre a redes de préstamos, cooperativas o proveedores, amigos o, en el peor de los casos, prestamistas informales.
 
Por su parte, las soluciones financieras que requiere la PYME suelen ser créditos más grandes o planes financieros más complejos. Típicamente, las IMFs no pueden ofrecer tales soluciones a la PYME debido a la naturaleza de sus modelos de negocio o restricciones regulatorias impuestas a los tipos de productos que brindan. Por lo tanto, la PYME debe recurrir a instituciones financieras más grandes, pero por su falta de garantías, estados financieros incompletos, antecedentes inexistentes o ausencia de planes de negocios, le niegan financiamiento.
 
Así, a menudo se considera que la PYME es demasiado grande para las IMFs que no pueden ofrecerles soluciones adecuadas; demasiado riesgosas para instituciones financieras más grandes como los bancos; y demasiado necesitadas de financiamiento para fuentes alternativas o informales. Aunque la situación ha empezado a mejorar, para muchas PYMEs atrapadas entre las finanzas y las microfinanzas, la supervivencia a corto plazo es la principal prioridad.

Ignacio E. Carballo

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