
Aunque hoy masivamente difundida, la idea de PayPal fue pionera: permitir y facilitar a las personas realizar pagos digitales usando dinero virtual. Podría sonar como una criptomoneda de hoy en día, pero a diferencia de estas (que siquiera existían para aquel entonces) no hubo aquí una propuesta de separación monetaria.
Establecida en 1998, en el año 2000 PayPal se fusionó con la empresa del hoy afamado Elon Musk (actual CEO de Tesla y SpaceX), tomó el nombre de su firma (que era X.com) para luego reconvertirse en PayPal en 2001. Aunque Elon Musk fue despedido dicho año, más adelante se hizo con participación accionaria de la firma. En 2002 PayPal realizó su primer IPO. A finales de dicho año ya había sido adquirida por eBay con un aumento del 77% en la valoración sobre el precio de su oferta pública inicial. En 2015 eBay vendió PayPal que pasó nuevamente a ser independiente. Para 2010, PayPal ya informaba que tenía más de 100 millones de cuentas, operaba en más de 150 economías y trabajaba con más de 25 monedas diferentes.
Otra firma útil para ejemplificar la complejidad del ecosistema de pagos es Braintree, una compañía que lanzó un servicio diferenciado al de PayPal. Su propuesta fue la de proporcionar registro casi instantáneo de firmas y autorizaciones para que las empresas de servicios financieros puedan aceptar de forma rápida y sencilla tarjetas comerciales como Visa, Mastercard, American Express o incluso PayPal. Lanzados en 2007, supieron expandirse rápidamente a muchas economías creciendo exponencialmente.
Por otro lado, encontramos firmas como Venmo (o como Xoom), focalizadas específicamente en la transferencias monetarias entre pares (peer-to-peer o P2P). Incluso cuando PayPal brindara también ese servicio, la fidelización que logró obtener Venmo en Estados Unidos logró superar ampliamente a su competencia por su propuesta de valor: su plataforma se convirtió en una especie de Red Social. Permitiendo enviar mensajes, indicar o solicitar el motivo de una transferencia, usar emoticones o hacer públicas las salidas que involucren pagos compartidos (sin indicar monto), lograron convertirse en una oferta que no sólo facilitó dividir las cuentas, sino también compartir información y comunicarse de manera conveniente y divertida (algo similar a WeChat y Alipay en China).
Un dato no menor en línea a la complejidad y dinamismo del mundo Fintech corresponde a los tres ejemplos que hemos abordado aquí. Beintree compró a Venmo en el año 2011 por 26 millones de dólares. Dos años después, en el 2013, fueron compradas por PayPal en un valor de 800 millones haciendo que los tres modelos de negocios finalizaran en poder del gigante de los pagos.
No obstante ello, el factor que merece ser destacado en estas firmas fue el de ofrecer una propuesta de valor real a sus usuarios, hecho nada fácil de replicar. En países como Hong Kong, por ejemplo, aplicaciones Fintech de pagos como Venmo (en EEUU) o Alipay (en China) no han tenido éxito similar pues el valor añadido de estas iniciativas no fue diferencial para la población. En el caso de Hong Kong, el uso ya masivo y aceptado de la tarjeta de transporte Octopus Card que se extendió a comercios, restaurantes y distintas áreas de la economía (y además es Wireless), generó que iniciativas exitosas en otras partes del mundo no fueran aceptadas simplemente por no ser del todo necesarias.
En resumen, la experiencia nos muestra que el modelo de negocios y la tecnología detrás de cada iniciativa Fintech es importante, pero no fundamental. El factor clave en los casos de éxito alrededor del mundo es haber leído correctamente una necesidad de la población y actuado en consecuencia. Es la propuesta de valor ofrecida a los usuarios de cada mercado quienes, cabe señalar, son distintos en cada parte del planeta.