
A nivel global, la mayor parte de la exclusión financiera es de género femenino, representando un 56% del total de adultos sin acceso a cuenta bancaria o de dinero móvil. Para más, las mujeres de los países en desarrollo siguen teniendo una probabilidad 9 puntos porcentuales menor que los hombres de tener una cuenta financiera según los tres relevamientos globales que el Banco Mundial realizó a partir del 2011. Pero eso es sólo un promedio, las diferencias son aún mayores en economías como Turquía, Bangladesh, Nigeria, Marruecos, entre tantas otras. Por ejemplo, en Pakistán, el guarismo de hombres con acceso a servicios financieros es cinco veces superior al de las mujeres.
¿Por qué en las finanzas se excluye a la mujer en mayor medida que a los hombres? De manera muy general, según la literatura se pueden encontrar al menos cuatro grandes barreras globales que excluyen a las mujeres de las finanzas: a) menores niveles de educación y conocimientos financieros; b) limitado acceso a la información financiera y redes sociales; c) mayor desconfianza en que los servicios financieros sean apropiados y asequibles; d) mayores restricciones de tiempo, movilidad y toma de decisiones en los hogares. Por supuesto, el nivel de protagonismo de cada barrera varía por país, región y cultura.
En tiempos donde la revolución de las nuevas tecnologías financieras (Fintech) promete generar importantes oportunidades para la inclusión financiera mediante la telefonía móvil, debemos señalar que otra barrera de exclusión en la mujer es una persistente brecha digital cuando se trata del acceso a la tecnología. En promedio, en los países en desarrollo, los hombres tienen un 10% más de probabilidades de tener un teléfono móvil. Pero esto bien podría ser consecuencia de una problemática de género mayor: que las mujeres carezcan de la documentación necesaria para comprar una tarjeta SIM o abrir una cuenta de dinero móvil. Por ejemplo, en el África subsahariana, el 65% de las mujeres tienen un documento nacional de identidad frente al 74% de los hombres.
Podemos ver en las economías donde prevalece el dinero móvil que las Fintech podrían ayudar a reducir la brecha de género financiera. Y, aunque empiezan a aparecer algunas pruebas de que los teléfonos móviles y las billeteras virtuales transforman algunos aspectos en la vida de las mujeres, lo cierto es que se necesita más investigación para comprender el impacto real de las Fintech en la brecha de género financiera y principalmente en la no financiera.
Por ejemplo, sabemos cosas como que la mujer requiere más tiempo en tomar una decisión de adquisición, que es un poco más aversa al riesgo y que además es mejor pagadora. Algunos analistas piensan entonces que como la mujer tiene tiempo limitado, le asigna un valor mayor al uso del mismo. Consecuentemente, la disponibilidad y accesibilidad de las Fintech (con horarios ampliados a diferencia de la banca) podría darles una ventaja comparativa al momento de servir a las mujeres.
Sin embargo, la mencionada aversión y valoración del tiempo, así como el menor riesgo de no pago, está muchas veces ligado a su responsabilidad desigual en el hogar y al “rol dual” que se le asigna a las mujeres en los trabajos de cuidado familiar y manejo del dinero hogareño. De hecho, resultados preliminares de un estudio reciente realizado por el IFC en América Latina denotan que el 81% de las mujeres que solicitan financiamiento son Jefas de Hogar.
Las barreras globales que excluyen a las mujeres de los servicios financieros son entonces tan diversas como complejas. Por ello, es obligado señalar que la problemática de género es algo transversal, y que lo financiero es solo una dimensión más de esta problemática, pero no se agota allí. Distintas dimensiones de la exclusión financiera en la mujer son consecuencia de su exclusión en otros ámbitos que subyacen a las finanzas, tornando obligado ampliar el análisis.
Necesitamos entonces identificar mejor las causas de la exclusión financiera y digital de las mujeres contemplando variables tan complejas como las normas sociales. Por ejemplo, en distintas culturas no es aceptable que las mujeres den números de teléfono a los agentes bancarios masculinos para administrar cuentas de dinero electrónico. Pero también, ¿cómo se ven afectadas la motivación y la productividad cuando una mujer administra sus ingresos de manera digital en lugar de que su esposo le reclame su salario? ¿La inclusión financiera digital de la mujer rompe, revierte o preserva el estado actual de desigualdad en la problemática de género?
Apenas estamos empezando a rascar la superficie de lo que las mujeres pueden lograr cuando tienen las herramientas financieras que necesitan. Lo que pareciera estar claro, es que la tecnología por sí sola no podrá arreglar una problemática que es diametralmente más amplia y compleja a la exclusión financiera de la mujer, motivo por el cual el estudio holístico del fenómeno de género se torna un camino obligado.