
Sin embargo, esta ciudad tiene dos caras, una en su zona Norte y otra en su zona Sur. Mientras que la zona Norte posee indicadores comparables a ciudades de países del primer mundo, la zona Sur muestra índices asociados a las economías más atrasadas del planeta. Como describe el libro Ciudad y Cultura Urbana, esta diferencia se fue ensanchando desde los años setenta por medio de políticas públicas que los autores, Adrián Gorelik y Graciela SIlvestri, han llamado “máquinas de dualizar”. En este contexto de las dos ciudades, la comuna 8 que comprende los barrios de Villa Soldati, Villa Riachuelo y Lugano se destaca por su fuerte retraso en términos de hábitat y vivienda.
En dicha comuna, los índices habitacionales y de informalidad urbana tanto en la tenencia como en la normativa del suelo urbano, son los más alarmantes de toda la ciudad. Algunos podrían argumentar que esta comuna no tiene un nivel poblacional alto y por eso sus datos no se ven reflejados en los análisis agregados de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, la comuna 8 ha sido la de mayor crecimiento en las mediciones intercensales 2000-10 (13.4%) llegando a albergar 225.737 personas. Esta cantidad de habitantes la ubica como una de las comunas más pobladas de toda la ciudad.
El dato probablemente más alarmante refiere a los ingresos. En términos de población, al 2015 más de la mitad (54.3%) no poseía ingresos suficientes para alcanzar la Canasta Total de consumo de bienes y servicios de la Ciudad (en el resto de la ciudad el promedio fue del 18.3%). Lógicamente, presenta el menor ingreso total familiar de toda la Ciudad de Buenos Aires y un índice de hogares y población con necesidades básicas insatisfechas que duplica a la media de la Ciudad.
En materia de hábitat y vivienda, presenta los niveles de hacinamiento más altos de todas las comunas (más del triple que el promedio del resto). A su vez, el 26.1% de los hogares cuenta con un régimen precario de la tenencia de su vivienda, siendo éste 4 veces más alto que en el resto de la ciudad. Así, las estadísticas de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos arrojan un 25% de precariedad contra un 4.5% en el resto de las comunas. Esto se evidencia en la antigüedad de las construcciones, la escasez de mejoras edilicias y los materiales utilizados en la construcción de dichas viviendas.
En cuanto a servicios e infraestructura, los datos disponibles evidencian además que la comuna 8 cuenta con la menor cantidad de viviendas con conexión a la red de gas natural en toda la ciudad. Así, sólo el 65% de las viviendas accede al gas de red mientras que la media de la ciudad es del 93.7%. La consecuencia directa es visible, de los 42 asentamientos informales que posee la Capital Federal 17 de ellos se encuentran en los barrios de la comuna mencionada.
Para peor, cuando se analiza la evolución reciente de la informalidad urbana, rápidamente se observa que la tenencia precaria y el hacinamiento han tenido una tendencia creciente en estos barrios. Este hecho demuestra que las mejoras en los indicadores urbanos de una de las ciudades más afamadas de la región, no incluyen a sus sectores más vulnerables.
Estos datos no hacen más que corroborar una tesis tan conocida como evidente. La pobreza genera informalidad y segregación poblacional. La otra ciudad está a la vista y convive con la ciudad formal y próspera. Solo basta hacerle frente a un problema que nos afecta a todos como comunidad y el cual debemos reconocer para comprender sus raíces y sus posibles soluciones.
Finalmente, y aunque sea muy pronto para analizar los efectos de las recientes políticas de urbanización en los asentamientos informales, no podemos más que alentar estas prácticas. Un futuro cercano corroborará si efectivamente logran incluir a la población más marginal en la dinámica de las decisiones urbanas, punto de partida necesario para comenzar a reparar una problemática ya histórica en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.