
Empero, el término también se utiliza para referirse, por ejemplo, a las nuevas herramientas y sistemas que apoyan los servicios financieros con enfoques innovadores en las entidades bancarias tradicionales. En esta línea, la Alianza para la Inclusión Financiera (AFI), ha adoptado una definición de trabajo un tanto disímil, definiendo a las FinTech de manera más integral como: “El uso de nuevas tecnologías para hacer que los servicios financieros sean más eficientes, convenientes y asequibles”.
Cuando en este 2020 el Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge (CCAF) con el apoyo del Foro Económico Mundial y el Banco Mundial se propuso planificar el estudio “Global Covid-19 FinTech Market Rapid Assessment”[2], su equipo de investigación encontró dificultades para definir los matices únicos en la variedad de modelos Fintech existen en el mundo. De hecho, al construir su encuesta, el CCAF tuvo que establecer una taxonomía de trabajo propia para enfatizar la diversidad del ecosistema. La misma refleja los matices en once verticales de negocios, incluidos préstamos digitales, pagos digitales, criptoactivos, insurtech y wealthtech, que se subdividen entre ocho y once sub categorías.
Las Fintech, según define el CCAF, abarcan avances en tecnología y cambios en los modelos de negocios que tienen el potencial de transformar la provisión de servicios financieros a través del desarrollo de instrumentos, canales y sistemas innovadores. Definición amplia que está en línea con aquella adoptada por el FMI y el Banco Mundial en su Agenda Fintech de Bali (2018) y publicaciones anteriores del CCAF y el Foro Económico Mundial.
El hecho de que llegados al 2020 el fenómeno Fintech sea difícil de definir, incluso para las principales casas de estudio, no es otra cosa que el reflejo propio del potencial disruptivo inherente en la heterogeneidad de sus actores. Sucede que, además de existir complejidad en torno a sus distintas verticales (modelos de negocios) también la existe en torno al peso y relevancia de sus compañías. Una startup, un Neobanco, un Challenger Bank, una SuperApp o incluso una BigTech, son todas categorías (no taxativas) dentro de la revolución digital de las Fintech. De igual modo, las oportunidades (o desafíos) que despiertan unas u otras para las finanzas son muy diferentes.
Sin embargo, aunque las finanzas han atravesado distintas olas de innovación tecnológica a lo largo de la historia (pensemos en el ATM, las tarjetas, internet, el teléfono móvil, etc.), podemos afirmar que la irrupción de las Fintech está cambiando de forma radical la manera en la cual la humanidad interactúa con los servicios financieros. Para comprender esta disrupción, podemos pensar que las fintech están cambiando un mundo de escaleras por uno de ascensores. Siendo esta su mayor revolución.
Históricamente las finanzas se han manejado como escaleras. Una persona iba a un Banco, aplicaba a una caja de ahorro, luego una tarjeta de crédito con cierto límite, luego tal vez algún préstamo personal, y si tenía suerte a una hipoteca o un crédito productivo. Pero durante toda la historia bancaria la lógica siempre fue escalonada, primero lo básico y a medida que el cliente crea su historia financiera (tal vez) podría subir más escalones. El problema con las escaleras es que, quienes posean piernas más largas y fuertes, podrán subir más escalones (o incluso saltarlos y ser directamente un cliente eminent o premium). Mientras que aquellos con piernas débiles o diminutas no alcanzarán más que el primer escalón o quedarán directamente excluidos. Esta lógica de escaleras es la que dejó a 1.700 millones de adultos en todo el mundo fuera de las finanzas formales, excluidos financieramente sin acceso siquiera a una cuenta básica de ahorro y, por ende, ningún otro servicio financiero formal[3].
Por su parte, las Fintech traen consigo una lógica de ascensores. Por primera vez en la historia de las finanzas presenciamos la creación de un mercado financiero segmentado. En donde cada vertical de negocio propone una competencia por servicio financiero a la banca. Las Fintech son un ascensor, y cada vertical dirige al cliente directamente al piso que desea llegar, sin necesidad de subir uno a uno los peldaños tradicionales de las finanzas. ¿Se desea transferir dinero al exterior? Recurra a empresas como Transferwise o Global 66 ¿Se desea solicitar financiamiento? Recurra a compañías como Lending Club o Afluenta ¿Desea invertir mejor sus ahorros con facilidad sin papelerío ni trámites extras? Descargue Robinhood o eToro.
Como podemos observar, por primera vez en la historia como consumidores financieros tenemos la posibilidad acceder al servicio financiero que deseamos de manera fragmentada y cada vez más personalizada. Cuando en 1994, Bill Gates disparó la afamada frase “Banking is necessary, banks are not”, probablemente no estaba pensando en las Fintech, pero sin duda diagnosticaba el problema de las finanzas que las Fintech prometen resolver. Es por eso que la desagregación de los servicios financieros es la verdadera revolución digital de las Fintech. Con toda su complejidad y heterogeneidad, pasamos de escaleras a ascensores.
[1] Ventura, A., Koenitzer, M., Stein, P., Tufano, P., & Drummer, D. (2015). The Future of FinTech: A paradigm shift in small business finance. In World Economic Forum, Global Agenda Council on the Future of Financing and Capital.
[2] Véase: https://www.weforum.org/projects/the-global-covid-19-fintech-market-rapid-assessment
[3] Demirguc-Kunt, A., Klapper, L., Singer, D., Ansar, S., & Hess, J. (2018). The Global Findex Database 2017: Measuring financial inclusion and the fintech revolution. The World Bank.