En los primeros siete meses del año la actividad económica argentina no ha mostrado señales de recuperación. Por el contrario, como sugiere el Gráfico 1 se puede visualizar una caída generalizada en las principales variables que miden la actividad de la economía. Primero, la contracción del 4.3% interanual en el Estimador Mensual de Actividad Económica del INDEC (EMAE, aproximación del PBI) durante el mes de junio (último dato disponible), fue la mayor caída interanual desde agosto del 2014 profundizando las caídas de meses previos y acumulando más de 1% de caída en el lapso transcurrido de 2016. Segundo, el Estimador Mensual Industrial (EMI, aproximación al PBI industrial) sufrió en julio una nueva y alarmante caída del 7.9% interanual. Esta es la mayor contracción histórica desde agosto de 2002, retomando la tendencia decreciente tras una leve desaceleración en su caída durante mayo (-4.3%). Tercero, el principal sector afectado por la recesión, la construcción, registró una caída interanual del 23,1% para julio y un acumulado del -14,1% en lo que va del año según el Indec. Este es el peor momento del sector desde la salida de la convertibilidad al analizar valores interanuales (única variable disponible en INDEC por el momento).
Gráfico 1. EMAE – EMI – ISAC. Variables Interanuales (izq.) y acumuladas (der.)
Gráfico 2. IVM – IPI.PyME – ICC (eje der.). Variables Interanuales
La principal razón es que el gobierno apuesta principalmente a la inversión como motor de la recuperación y posterior crecimiento. Pues bien, la historia argentina muestra que no ha habido recuperación cíclica alguna explicada por la inversión, excepto por un componente de ella que surte efectos inmediatos: la construcción residencial. Los casos de las recuperaciones de 1991-1994 o 2002-2006 demuestran que las recuperaciones se han explicado por un incremento sostenido del consumo real. Pero, como acabamos de remarcar más arriba, la caída del consumo no encuentra piso y apenas se desacelera por un efecto estacional en julio.
Segundo, el gobierno estaría apostando a una mejora derivada del derrame de la obra pública y las inversiones privadas, muchas de ellas externas, que demoran en llegar por distintas razones (atraso cambiario, judicialización del tarifazo, ruido político local y regional, recesión en Brasil). Es sabido que la obra pública requiere al menos un año en comenzar a ser ejecutada. De máxima el gobierno podría aspirar a concluir obras ya iniciadas. Pero, como dijimos, la caída en la construcción privada privada cae[1] y los planes de crédito para vivienda recientemente lanzados no incluyen líneas para construcción o ampliación y refacción de hogares.
Con todo, el gobierno ha adoptado algunas políticas paliativas que deberían alentar al consumo, pero no esperamos tengan efectos significativos ni inmediatos. Ejemplo de ello son la ampliación de la AUH a los monotributistas, la devolución del IVA de 21% sobre alimentos, la futura reparación histórica a los jubilados o las modificaciones de la Ley de Impuesto a las Ganancias. Sin embargo, la modificación de la Ley de Ganancias tendría efectos recién en 2017 y alcanzaría a un porcentaje menor de la población asalariada, y la reparación histórica a los jubilados depende del éxito del blanqueo de capitales y de la posibilidad de la ANSES de liquidar activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, que por el momento un fallo cautelar inhibe. Todo ello abona más incertidumbre y afecta la recuperación. En nuestra opinión, el riesgo L estará latente sin medidas que apuntalen el poder adquisitivo ha cesado de los asalariados[2], que reduzcan el costo del financiamiento de los hogares y empresas y que cambien las magras expectativas de estos.
[1] Respecto a la caída interanual en la construcción, debemos remarcar que el Índice Construya (índice privado con cierto prestigio realizado en base a 11 empresas del sector) pareciera denotar que la contracción en el sector ha cesado, denotando un incremento intermensual en su variable desestacionalizada para los últimos tres meses. Restará ver la congruencia con los valores del INDEC (relevado en base a 100 empresas pequeñas y medianas) antes de adelantar alguna hipótesis.
[2] Como se sostuvo con antelación aquí.