
De acuerdo con el profesor Carballo, Magíster en Inclusión Financiera y Microfinanzas de la Universidad Autónoma de Madrid y Licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires, la Inclusión Financiera es un modelo evolutivo del microcrédito moderno que inició su historia en 1976 con el Grameen Bank y que en 2017, acogió la dimensión digital como herramienta para transformar la manera en que las personas no bancarizadas acceden a servicios financieros.
En la foto: Ignacio E. Carballo, Magíster en Inclusión Financiera y Microfinanzas de la Universidad Autónoma de Madrid y Licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires
Datos del Banco Mundial –BM– en 2017, indicó el académico, arrojan 1.700 millones de personas no bancarizadas en el mundo, representadas en las economías de menores ingresos y al cierre del año 2019, un 47% de la población mundial aún sin acceso a internet, cifras que no sólo muestran la exclusión de las personas del sistema financiero, sino también de las MiPyme.
Esta realidad llevó a las Naciones Unidas a reconocer que el acceso a servicios financieros de forma amplia promueve directa e indirectamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS–, entre ellos, el fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, trabajo decente y crecimiento económico, así como industria, innovación e infraestructura y reducción de desigualdades.
De esta manera, la transformación digital en las finanzas comienza a tomar fuerza. Por un lado están las Fintech, que en palabras del profesor Carballo son “cualquier manifestación de finanzas abocadas a la tecnología” y en segundo lugar, la banca tradicional, la cual viene adaptándose y transformando sus métodos para que los usuarios accedan a los servicios y realicen operaciones financieras.
Las Fintech, son la clara representación de la inclusión financiera al incorporar la tecnología para ofrecer diferentes opciones a las personas no bancarizadas, algunos ejemplos son modelos de negocio destinados a funcionar como medios de pago, financiamiento alternativo o inversiones a través de tecnología
Blockchain, Internet de las Cosas, Cloud Computing, Big data Analytics o Digital ID, que permite a las personas acceder a Billetera Electrónica, Super Apps u Open Banking. Sin embargo, sostuvo Carballo, Director del Ecosistema Fintech & Digital Banking de la Universidad Católica de Argentina, “la banca tradicional también está aprendiendo de esta transformación y ha comprado, se ha asociado o creado sus propias fintech. Sin lugar a dudas, este 2020 aceleró la innovación en la banca tradicional, reconociendo que ya no es una opción, sino una realidad”.
Así, agregó el directivo, aparecen nuevos modelos de negocio en la banca tradicional que incluso conviven con las tecnologías disruptivas, es el caso de los Challenger Banks u otros como el Messenger Bank, un sistema novedoso que no tiene App ni tarjetas y no permite retirar dinero, sino que funciona como un Chatbot que detrás tiene el respaldo de una entidad bancaria convencional.
Ahora bien, parte de este fenómeno se explica, según el profesor Carballo, por la regulación de los bancos, que comienzan a integrar nuevos objetivos a su función como la innovación, la reducción de efectivo, la inclusión financiera y la protección de la data personal. Aunque aclaró el académico, en América Latina 8 de cada 10 personas utilizan efectivo, comparado con países como Estados Unidos y China.
“Hay que encontrar una conversación entre el mundo digital, vanguardista y nuestra realidad”, expresó Carballo, miembro fundador del Observatorio de Innovación Social, Universidad de Buenos Aires.
En tal sentido, Carballo destacó oportunidades y desafíos hacia estos modelos en materia de regulación, inclusión financiera, política monetaria, generación de empleo e impacto macroeconómico, además insistió, “el Covid-19 nos enseñó que estábamos rezagados en términos de acceso a inclusión financiera en comparación a otras regiones del mundo y no sólo por falta de una cuenta o tarjeta de crédito, sino por el ahorro. Latinoamericana es la región que menos ahorra y la inclusión financiera en un medio para un fin, se trata de resiliencia financiera, un mecanismo para soportar mejor las emergencias y los shocks económicos”.
Finalmente, señaló el profesor Carballo, “el objetivo es entregar una herramienta para la resiliencia, la meta no es la inclusión financiera per–se, es la inclusión social, es decir, una herramienta efectiva para la lucha contra la pobreza, el desarrollo económico, disminuir la vulnerabilidad y la exclusión social, no digitalizar por digitalizar, sino ser realmente disruptivos”.